1 de enero de 2007

¿A quiénes rezan los médicos?

El transcurso de los siglos dentro de la religión cristiana ha enriquecido los marcos y altares de las iglesias con imágenes de personajes venerables llamados santos (que fueron personas virtuosas y muy resignadas, canonizadas por la iglesia por llevar una vida ejemplar). La aparición de estos personajes en la historia, o en la tradición oral; así como la exaltación de sus virtudes, ha permitido otorgarles patronazgos. El mejor ejemplo de ellos es San Juan Bautista De La Salle, patrono universal de los maestros; o San José, patrono de los carpinteros.
Los médicos no son la excepción, poseen a quiénes acudir cuando necesitan pedir un favor o agradecer al Absoluto. En las siguientes líneas revisaremos someramente aquellos personajes que por sus méritos en vida fueron elevados a los altares y que son fuente de refugio e inspiración para muchos médicos, sobre todo para los de inspiración cristiana.
El primero de ellos es muy conocido, nació en Antioquia, Asia, con el nombre de Lucas en el siglo primero de la era cristiana. Sus padres eran paganos, de ascendencia griega. Poseía una gran cultura, ejercía la medicina y era gran conocedor de las costumbres judías.
Conoció a San Pablo, por quien se convirtió al cristianismo, y aparece mencionado por primera vez en el relato bíblico en el Libro de los Hechos de los Apóstoles en Tróada, donde se encontró con San Pablo, Silas y Timoteo, y juntos emprendieron el viaje hacia Macedonia, comenzando así su trabajo misionero. Desde entonces viaja junto con Pablo a quien acompañará siempre, a menudo en calidad de médico personal, hasta que el martirio le separe de él.
Su aportación más importante fue la investigación que realizó sobre la vida de Cristo y de las primeras comunidades creyentes. San Lucas es considerado un escritor de gran talento y un meticuloso historiador. Es el autor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles, en los que describe los orígenes del cristianismo. La tradición sostiene que fue San Lucas el primero en estampar en un lienzo el rostro de la Virgen y por esta razón, sumada a las riquísimas descripciones que hace de la Virgen en sus escritos, se lo ha llamado el “Pintor de María”. Se cree que murió en Grecia.
En gran parte fue gracias a él, que el Evangelio pudo conocerse en comunidades no judías pues afirmaba su universalidad, en su versión lo dirige tanto a gentiles o paganos como a los judíos. También insiste en la renuncia de sí mismo, y es él quien escribe: “Dichosos los que siendo pobres no buscan su felicidad quedándose en las cosas de esta vida, sino en Dios, donde se hallan las verdaderas riquezas. Desdichados de los ricos, en cambio, cuando sus bienes no les mueven a las obras de misericordia”.
De su vida como médico se sabe muy poco, sin embargo recomiendo grandemente la lectura del libro Médico de Cuerpos y Almas de Taylor Caldwell, en donde a forma de novela se puede saber un poco sobre cómo pudo haber sido su formación médica, así como la práctica médica de esa época. Su fiesta se celebra el 18 de octubre.
El siguiente es poco conocido, Pantaleón, cuyo nombre del griego significa “el que se compadece de todos”, nació en Nicomedia, actual Turquía, hijo de un pagano llamado Eubula.
Pantaleón era médico del emperador Galerio Maximiano en Nicomedia. Conoció la fe pero se dejó llevar por el mundo pagano en que vivía, cayendo en la apostasía, es decir, abandonó de forma pública y voluntaria sus creencias religiosas. Un cristiano llamado Hermolaos habló con él, llevándole de nuevo al cristianismo. En el año 303, empezó la persecución del emperador romano Diocleciano en Nicomedia. San Pantaleón regaló todo lo que tenía a los pobres. Algunos médicos por envidia, lo delataron a las autoridades. Fue arrestado junto con Hermolaos y otros dos cristianos. El emperador, que quería salvarlo en secreto, le dijo que apostatara, pero Pantaleón se negó e inmediatamente curó milagrosamente a un paralítico para demostrar la verdad de la fe. Las actas de su martirio relatan sobre hechos milagrosos: Trataron de matarle de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole una espada. Pantaleón salió ileso. Luego permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre y el árbol de olivo donde ocurrió el hecho floreció al instante.
En Oriente le tienen gran veneración como mártir y como médico que atendía gratuitamente a los pobres. También fue muy famoso en Occidente desde la antigüedad.
Se conservan algunas supuestas reliquias de su sangre, en Madrid, Constantinopla y Ravello, de la cual se dice se licuefacciona sin intervención humana cada 26 de julio, día en que se celebra.
Por último, los santos Cosme y Damián vivieron cerca del año 300 de esta era, su culto era muy extendido en los primeros siglos de la era cristiana tanto en oriente como en occidente, por lo que les fueron edificados numerosos templos. En Roma, la capital cristiana, llegaron a tener hasta 10 templos dedicados a ellos. Uno de ellos, la iglesia de San Cosme y San Damián en el Foro, restaurada por el Papa Urbano VIII, en el año 1631, es una de las más bellas de Roma. En el ábside un antiguo mosaico representa a Cristo "con unos ojos grandes que miran a todas partes", como dice el epitafio. A uno y otro lado están los hermanos médicos, prontos a escuchar a sus devotos.
San Cosme y San Damián, considerados hoy como los más importantes patronos de los médicos, eran hijos de padres cristianos de Arabia. Eran médicos muy distinguidos, que curaban tanto por sus conocimientos en medicina como por la virtud de Cristo y la intervención de sus oraciones, aun aquellas enfermedades que se consideraban incurables. Se dice que ejercieron de médicos en Siria gratuitamente por pura devoción.
Cuenta la tradición que sufrieron martirio en el año 303 con motivo de la persecución cristiana de Diocleciano, en la que fueron apedreados, pasados por flechas, amarrados con cadenas y arrojados al mar, pero nada de eso funcionó al igual que con San Pantaleón, por lo que terminaron por decapitarlos junto a sus tres hermanos Antimo, Leoncio y Eupropio. Muchos refieren también que estos Santos se aparecen en sueños a los enfermos indicándoles lo que deben hacer, y luego que lo ejecutan, se encuentran curados. En nuestros días, todavía es común encontrar personas que enuncian la oración: "¡Oh Dios, nuestro médico y remediador eterno, que hiciste a Cosme y Damián inquebrantables en su fe, invencibles en su heroísmo, para llevar salud por sus heridas a las dolencias humanas, haz que por ellos sea curada nuestra enfermedad, y que por ellos también la curación sea sin recaída".

Podría ser que estos relatos sean una forma simbólica de exaltar la virtud de los mártires, pero los cristianos lo tomaron como ejemplo de santidad. Aun no siendo esto totalmente cierto, el conocimiento de la religión católica y de los santos patronos de los médicos, puede ayudarnos hoy a conocer mejor el pensamiento mágico-religioso de los pacientes y a otros, a dirigirse, con su intercesión, a Dios. Además, aunque parezca que a estas alturas de la humanidad la fe se debe dejar a un lado, es innegable que en ocasiones lo que el medicamento no puede curar se cura por medio de la fe, o como se dice científicamente, por el efecto placebo que tiene esta.

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