2 de marzo de 2008

Oaxaca, Mitla, Monte Albán, timbres y alebrijes


Tierra árida, ardiente. Muchos dicen mágica. Su riqueza cultural inspira, admira. Y uno, sentado bajo la sombra de los portales de la plaza se imagina un mundo paralelo, lleno de tristeza. Debajo del quiosco unos, en los segundos pisos los otros. ¿Qué es lo que pasa? ¿Cuál es la injusticia que nos hace desiguales cuando somos tan parecidos?
¿Estamos condenados a contemplar la belleza del mundo que se nos escapó y a no recuperalo jamás? No es un pensamiento arcaico, al contrario, somos lo que somos por el choque de culturas tan desiguales. Somos lo que somos por abrirnos al cambio, por decidir que queremos dar, compartir todo lo nuestro y hacer un trueque, con cacao, con saliva, con palabras, imágenes y sueños. Oaxaca me es mágico, por su gente, la de antes y de ahora. Porque siempre conservará su grandeza.